¿Cuándo fue la última vez que perdiste la noción del tiempo? Pensá qué hacías y regístralo: es un buen indicador de las cosas que te hacen feliz.
A mí me pasó unos meses atrás, en Barnes and Noble. Había llegado hace poco a Wellington (Florida) por el trabajo de mi marido y todavía no me hallaba en el lugar. Una vez me dijeron que el alma y el cuerpo suelen viajar a ritmos diferentes. Bueno… mi alma no había llegado aún. Entonces, mi cuñada me sugirió que me hiciera habitué de Barnes and Noble, donde no sólo tenían wifi gratis (en casa no me andaba) sino un cafecito Starbucks donde pasar las horas consultando todo tipo de libros y revistas sin costo alguno.
Gracias, Dios, por haberle hecho caso: con los días, esta librería se convirtió en una gran compañera, en un reducto donde inspirarme y pensar, escribir y leer. Donde dejar de mirar el reloj y el celular.
Hoy, en los lunes de Book Club, vaya entonces una oda a las librerías. Ojalá nunca se pierdan estos templos de papel, reductos de historias que esperan ser descubiertas por nuevos lectores. Fijate, si estás de viaje tu librería vecina puede ser una gran aliada, y no sólo durante periodos de adaptación.
Si jugás de local, igual podés hacerte un hueco en la semana (o con la frecuencia que te urja) para visitar la que te quede más cerca. En Barnes and Noble de Wellington, el olor a libro nuevo -¡mi preferido!- te recibe apenas cruzás las puertas de madera. Si te hacés socia, recibís un 10% de descuento en todos los productos, incluido el café, y, cuando te comprás un libro, en el ticket te recomiendan otros del estilo. Ay, mi querida Barnes. Te voy a extrañar. Pero ya estoy ansiosa por encontrar mi nuevo rincón bibliófilo. Algo me dice que en Inglaterra no me debería costar…Espero que sea así.