Popeye, un poroto. AMO la espinaca en todas sus versiones, y más ahora que mi cuerpo me la pide a gritos (tiene hierro, vio). Cansada de caer siempre en tarta de espinacas, decidí innovar con una tortilla, que en verdad de innovadora no tiene nada (sepan entender que mis platos en la cocina son limitados), sino que es lo más fácil del mundo, y por eso les comparto la receta:
Ingredientes:
1 paquete de espinaca
2 huevos
2 puñados cebolla picada
3 cucharadas de queso rallado
sal y pimienta
Procedimiento:
Hervís la espinaca, la cortás y la mezclás con los huevos y el queso. Por otro lado, salteá un poco de cebolla y después de que esté dorada la agregás a la otra mezcla. Cocinar a fuego medio, hasta que se dore, en la sartén. Suele ser 10 minutos de cada lado, pero andá chequeando.
Ahora, vamos a lo importante: ¿cómo ()(/% dar vuelta la tortilla sin armar un encastre? Esta era la parte más desafiante, al menos para mí. Soy tan katraska que nunca me había animado a cocinar tortillas porque pensaba que no me iba a dar maña para darla vuelta sin que se despedazara por los aires. Pero decidí hacer el intento. Total, mi probe maridito ya dio el sí y ahora no hay vuelta atrás.
Resulta que la clave está en la sartén. Vale la pena invertir en una que tenga un buen antiadherente porque a esas no tenés que ponerles tanto aceite, la comida no se pega y son más fáciles de limpiar. Si tu sartén cumple estos requisitos, con una buena espátula no deberías tener problema en dar vuelta la tortilla; pero, si no tenés a mano una sartén como la gente o si de todos modos no confías en tu muñeca, te paso un truco al que apelé para no hacer macanas: colocá un plato sobre la preparación y girá la sartén. Después, volvés a pasar la tortilla del plato a la sartén. Et voilà!