Perdón a las Tanas Ferro que anden por allí, pero lo digo en voz alta y con orgullo: soy libriana hasta la médula. Y una de mis librianas preferidas, mi querida tía Victoria, escribió las siguientes palabras con motivo de su cumpleaños, que comparto a continuación:
"(...) dado que cumplo 55 años, aprovecho para hacer un elogio a la vejez, que tiene mala prensa y es una etapa muy plena, a la que quirero honrar para des-atemorizar a los más jóvenes. Adoro el ritmo con el que mi corazón aprendió a latir... con los años. Me gusta la paz que siento y que viene con la edad. Al haber ya hecho mucho, ese poder aflojar con algunos apuros, y poder darle más inmersión a cada segundo. A, sin culpas, poder flotar en el silencio, en cuanto puedo, no tiene precio, ni exige viajar para poder disfrutar.... sobra con acomodarse y estar".
Ya sé que octubre quedó atrás, pero hoy comparto estas palabras porque ando reflexionando mucho sobre los encantos de la veje, esa etapa que durante tanto tiempo temí, pero con la que me empiezo a amigar... quizás, inspirada por el ejemplo de mis padres, a quienes cada día que pasa veo más felices y enamorados, de la vida sino entre sí.
Hace poco leí un editorial de la revista Allure acerca del término "anti-ageing" y de cómo habría que relegarlo, porque el prefijo "anti" denota oposición, querer ir "en contra de"... cuando mucho más sabio sería aceptar y "fluir con".
A ver: soy una persona muy estética y pienso que querer lucir joven y bella no está para nada mal. Mi botiquín seguirá portando SPF, retinol y demás ingredientes que me ayuden a verme mejor. Pero hablar de "anti" lanza el mensaje de que la vejez es una condición con la que debemos luchar, cuando si hay UNA sola cosa en la vida que es inevitable, es el paso del tiempo. No todos tienen la oportunidad de crecer y llegar a ser adultos... ni "viejos". Pensémoslo así y demos gracias a la vida por cada nueva arruga, símbolo de que estamos viviendo una vida plena. Creo en el poder de la palabra y, junto con Allure, pienso que si empezamos a cambiar los términos de la conversación cambiará luego nuestro forma de ver aquello sobre lo que conversamos. Ojalá logremos amigarnos con la tan temida vejez: lo mejor está por venir.